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lunes, 7 de octubre de 2013

Belmonte (Cuenca)

La trilla en la villa del Belmonte ca 1940.
Al fondo se observa el Castillo de Belmonte.
Calle Dalí 2013.
(Foto particular).

La trilla se practica desde hace más diez mil años y desde entonces ha pasado por multitud de procedimientos, facetas y formas.
Hace muchos siglos, la hacían a mano, golpeando las espigas, con una piedra o sobre una superficie lisa y dura, o bien empleando el mayal palo de madera con el que se golpeaban las espigas hacinadas.
Otro procedimiento para trillar era utilizando los trillos, que consiste en un tablón de diferente forma y variedades, que era tirado o arrastrado por personas, bueyes, mulos, caballos y otras especies de animales. El tablón podía ser, liso o rayado, con piedras incrustadas o con ruedas.
Algunos trillos quebraban los granos, por esto había quien no los usaba para trillar y la parva era pisada por recuas de bueyes y caballerías.
De hecho los antiguos egipcios, usaban el sistema llamado “trilla a yegua suelta”, que consistía en hacer correr las yeguas sueltas por encima de la parva hasta conseguir separar el grano, este sistema se adopto en España
Hacia los años 1930 todas estas labores eran manuales. Con la mecanización agraria, a partir de los años 40, comenzaron a difundirse segadoras mecánicas, aunque la trilla siguió siendo tradicional. La limpia por aventado, en cambio, lo hacía otra máquina, la aventadora o «beldadora». Modernamente las cosechadoras, hacen toda la labor, desde la siega hasta la separación del grano y de la paja, que dejan sobre el terreno en sacos y pacas, respectivamente, para su recogida. Otras veces la propia máquina almacena el grano y, periódicamente, se pasa a un depósito provisto de una tolva arrastrado por un tractor.
Con estos cambios, un campo que antiguamente necesitaba 70 personas trabajando durante 15 ó 20 días, se cosecha ahora en un día o dos, con una máquina y dos personas.

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